UN SUEÑO EN PAZ

En paz me acostaré y así mismo dormiré; porque solo tu oh Jehová,  me haces vivir confiado.  

Salmo 4:8.

 Luchito, no era un niño pequeño, no, al contrario, era el hombre más grande que me ha tocado bautizar en mi vida. Recién empezando mi tarea pastoral, el marcó dos veces un hito en mis recuerdos. La primera, esa anécdota del bautismo. Todos los asistentes al margen del río, estaban curiosos si yo, pastor pequeño, iba a poder levantar a Luchito, anciano amoroso, pero casi sin fuerzas para impulsarse de vuelta,  además, con unos 140 Kg. de peso. Lo logré; pero les aseguro, que sudé grueso. La segunda, fue cuando don Lucho, enfermó gravemente y el médico me comunicó que un cáncer ramificado, le daría a don Luchito, solo unos días mas de vida.¡Qué dolor!  ¡Cuánto lo queríamos! Terminado el día y a veces después de los cultos nocturnos, íbamos para  orar y cantarle los himnos que más le gustaban. Entonces, en una de esas noches de visitarle, se acomodó en la cama y nos dijo: “Canten  otra vez mi himno favorito; mientras tanto yo me dormiré”. Y no despertó  nunca más. Mientras cantábamos, él, en un  tranquilo sueño, pasó a la presencia de su  Señor. El tema de la muerte, la tumba, la separación, nunca fue un trauma. Siempre se conversó con la misma naturalidad como ir al mercado, o a la playa, o a la ciudad vecina. Querido  lector; si tu supieras que esta noche traspasarás la puerta de la Eternidad  ¿Podrías dormirte tan tranquilamente como este bendito anciano?.Si no fuera así,  hoy es tiempo de decirle a Jesús,  ven a mi vida; quiero sentirte mi amigo, para que cuando nos  encontremos, no sea un trauma para mí, sino un feliz encuentro.  Amen                                 

Osiel Ibáñez – Chile

© Iglesia Cristiana Latinoamericana, 2010