Entre las crisis mas dolorosas y comunes en los matrimonios, está lo que los orientadores matrimoniales llamamos “El Síndrome del Soltero Casado”. Esta, es una actitud mental, que hace comportarse a la persona, de una u otra manera, según sus disfrutes personales le agraden.
			
			Así, cuando está disfrutando de la atención, el amor, la sexualidad, la comodidad u otras formas de vivir contento, junto a su cónyugue y familia, entonces, se comporta como un esposo(a) ejemplar y contento.
			Pero, cuando alguna cosa de las que son su forma de sentirse a gusto en la vida, no resultan en su núcleo familiar como le agradaría, no tiene mayor peso de conciencia, en salir a buscarlo afuera del hogar.
			Busca entonces las escusas propias del niño inmaduro: “es que no me diste...”, “es que yo quería...”, “es que me hace falta...”, etc.La verdad, no importa la edad que tenga, esta es una señal, de inmadurez, y falta de carácter, para enfrentar los desafíos de la vida y tomar la firme decisión de superarlos y vencerlos. Pues, en la vida cristiana, es lo mismo. Dios ha hecho una figura de nuestro compromiso con El, como si fuéramos un matrimonio. El es el Novio Celestial, nosotros representamos La novia. El se comprometió con nosotros, hasta la muerte, el sacrificio, el dolor, la burla, los salivazos, las bofetadas.
			
			Qué espera a cambio? Fidelidad. Bueno es entonces, hacerse esta reflexión y autoanálisis.